lunes, 15 de enero de 2007

¡QUÉ VERDE ERA MI VALLE III! (LO QUE TIENEN LOS HOTELITOS QUE TIENEN DE TODO)

Sumo y sigo con mi relatito breve, que va para eterno. Ya habíamos llegado a Irlanda, ya habíamos hecho pis nada más bajar del avión (inaugurando el país como dios manda) y hasta habíamos recogido nuestras maletas. Habíamos encontrado a la primera la ventanilla de la agencia de alquiler de nuestro coche y nos habían confirmado que todo estaba en orden para recogerlo a la mañana siguiente en la oficina acordada (¡bien!) y habíamos encontrado también el panel informativo con las líneas de bus que nos podían llevar a nuestro céntrico hotelito con encanto (la política nuestra de antes muertos que en un taxi). Todo estaba encajando perfectamente como en un baile sincronizado de Gemma Mengual: cuando salimos a la calle del aeropuerto, el autobús estaba esperándonos y os lo juro, no tuve ni un segundillo para encender y apagar un cigarro sin casi calada de por medio (Jó, como está Irlanda de chunga para la tabacosis papá, casi dejo de fumar y todo).
Llegar a nuestro "céntrico hotelito con encanto a cinco minutos del centro" nos llevó cuarenta minutos de bus (con debate incluido entre encantadores pasajeros sugiriéndonos en qué parada debíamos bajarnos), unos pocos minutos más de pies para qué os quiero y una hamburguesa de pollo para no desfallecer. Yo a Irlanda he ido con tres objetivos de esos que eran la ilusión de mi vida: ponerme morada de "Fish and Chips" como en la película de Stephen Frears "La Camioneta", conocer los Giant's Causeway y conducir por la izquierda. Bueno pues lo de los "Fish and Chips" ya os digo yo que es un mito: existir existe, y está en todos los menús de los burguers pero como nadie lo pide nunca (es que no deja de ser pescado congelado refrito), siempre siempre te dicen que "no-queda-se-ha-acabado".
Y ya estábamos en la calle de nuestro hotel ¡sin habernos perdido! (algún día os contaré la aventura de nuestro paseíllo por Amsterdam hasta encontrar el "céntrico hotelito con encanto a cinco minutos del centro" de turno. Sólo diré que el íntimo tiene mil virtudes pero no la de la orientación, aunque sabe interpretar un mapa -que no teníamos- y que yo, que no sé interpretar un mapa pero sí me oriento, me pierdo cuando hablo porque me descentro. Con eso está todo dicho).
Si existieran los Oscars al eufemismo, nuestro alojamiento sería "El Señor de los Anillos" de este año. Para empezar, el sitio era pintoresco, muy pintoresco, pero eso era lógico porque era el más barato de todo Dublín que aparecía en la web. Luego que estaba especialmente pensado para viajeros sin dinero amantes del riesgo y la aventura, de la acción y la juerga, y que tenía muchas habitaciones de esas en las que caben muchos huéspedes. Y luego que en la puerta mismita nos encontramos con una parejita de románticos latinoamericanos muy enamorados peleándose a voz en grito porque ella gastaba muchísimo dinero con el móvil (así, en castellano y de pronto tuve la impresión de no haber salido de mi barrio).
Por aquello de preservar cierta intimidad, yo había reservado una "double room ensuite" que era lo más fino que nuestro albergue tenía disponible. La Odisea fue encontrarla, aquí sí nos perdimos una y varias veces por infinitos pasillos llenos de escaleras que caracoleaban pasando de un edificio a otro sin ni siquiera salir a la calle, de hecho creo que nuestra habitación se encontraba en otra manzana distinta a la recepción. Era como el colegio Howards de Harry Potter (incluyendo las escaleras que cambian de sitio) pero carente de toda magia, para qué nos vamos a engañar. Y nuestra suite, Cruela, era como en la foto: una esquina con literas y un baño sin nada de nada de nada ¡ni toalla! (así, en singular). ¡Dios!, menos mal que no hice caso al íntimo y había llevado mi neceser hipercompleto.
Cuando tomamos posesión de nuestro palacio ya era noche cerrada (luego descubrimos que es que en Irlanda es noche cerrada desde las cuatro y media de la tarde) así que ese día sólo nos dio para una cervecilla en un típico puf (ellos lo dicen así, fíjate) donde tampoco se puede fumar y que por eso tiene tanta gente en la calle congelándose, como dentro cociéndose. Y a dormir.
Dormir ¡JA!. Yo duermo poco y mal en mi cama, pero fuera de ella aun menos. Con la emoción y el cansancio a las doce estaba convertida en calabaza totalmente grogui, pero a las tres ya estaba despejadísima y sin poder fumar, porque en nuestro hotelito estaba prohibidísimo y cualquiera salía a la gélida noche aventurándose por nuestro laberinto. Me imaginaba equivocándome de puerta y entrando por error en un armario. Allí me quedaría encerrada durante evos hasta que unos viajeros americanos adolescentes de poca pela, muchos granos y mucha jerga me encontraran convertida en esqueleto en el milenio que viene (ya os digo que de madrugada la imaginación se me dispara). El íntimo pensaría simplemente que me había ido a investigar por mi cuenta y seguiría su viaje sólo (como somos tan libres los dos...). Yo me había llevado de casa mi cenicero sagrado (nunca viajo sin él porque ya me conozco yo las carencias del mundo), así que hubiera podido fumar de extrangis dentro de la habitación, pero no lo hice, claro. Aguanté mi mono durante cuatro horas porque por todas partes había crueles amenazas de lo que podría ocurrirme si osaba fumar en la habitación y porque me pedí la litera de arriba, y si levantaba la cabeza un poco me clavaba el sensor de incendios en la frente. Con las reducidas dimensiones que tenía nuestra "luxury suite", la alarma habría saltado aunque hubiera fumado con medio cuerpo fuera de la ventana. Pues eso.
A las siete de la mañana ya no aguantaba más y me metí en la ducha, que tenía un sistema de grifo igualito que el de los baños de el Carrefour, de esos que aprietas el botón, sale un chorrillo y antes de que hayas puesto las manos bajo el agua, ya se ha cortado. Con esa precariedad, medio helada, intenté asearme lo justo. Me sequé como pude con la camiseta del íntimo, y lo que no pude de mi melena de Atapuerca lo escurrí sobre él que estaba medio sobado en ese momentito dulce de un minutillo más (creo que ahí es cuando apreció toda la dimensión de las carencias de los hoteles que tienen de todo). Él por su parte se duchó con mi gel hidratante y reafirmante. Despejaditos y limpios salimos a la noche de Dublín a la busca y captura de nustro coche. Mi segundo sueño a punto de hacerse realidad.
El coche se encontraba, según el callejero de viamichelin.com a cincuenta y dos minutos andando. Oye, cómo lo tienen controlado los tíos, ni uno menos. ¡Cincuenta y dos minutazos arrastrando mi maleta de floripondios de diez kilos de peso en la noche amaneciendo hasta salirnos del mismísimo Dublín!. Yo sólo soñaba con un "full irish breakfast", que tiene: café o té, tostadas, mantequilla, huevo frito, salchichas, beacon, tomate y champiñones; y hasta el aire de la mañana me tenía ese olorcillo... ¡Pero cero, ni un puf abierto!, aun así, era tal mi emoción que ni siquiera me importó: estaba sólo a cuatro mil pasos de mi coche hecho al revés.
En la agencia nos atendió un postadolescente que se atragantó y puso sus ojos como platos en blanco cuando el íntimo le informó de que la menda, con el menos de un año de carné iba a conducir también. Cuando se recuperó del ataque de tos y bajó la congestión de su cara gritó: "¡NOT, NOT, NOT!" (así, con mayúsculas y todo) haciendo grandes aspavientos con las manos que parecían molinetes. Y ahí se quedó mi gozo, leyentes míos, primer misterio desvelado: no me han dejado conducir. El íntimo me hizo una foto al volante del coche para colgarla por si colaba, pero no voy a engañaros, se nota muchísimo que es de mentira, sobre todo porque está hecha en un parking y se ven todos los otros coches aparcados en batería. Yo sorbí mi decepción a la vez que mis mocos, y ambos me los tragué, porque no estaba dispuesta a que nada, ni siquiera eso, echara a perder la ilusión de mis vacaciones en Irlanda.
Después de aquello, mirándonos con auténtica preocupación, tras suplicar encarecidamente que cogiéramos el seguro completo y después de repasar la VISA con una bacaladera, el postadolescente soltó las llaves las llaves del coche (que ni tenía cenicero, ni mechero, ni ninguna advertencia que prohibiera fumar , je, je). El vehículo en cuestión era un Ford Fiesta nuevísimo a estrenar color rojo cereza y limpísimo en el que nosotros dejamos nuestra impronta quincallera en cuanto entramos, soltamos lastre y pusimos nuestras camisetas a secar en la bandeja de la luneta trasera (con la del íntimo solo no llegaba y hubo que echar mano también de la mía).
Nuestro primer trayecto en coche fue dos metros más allá: al Spar de enfrente a comprar un desayuno precocinado (y la cena), el mío de los mismo ingredientes del full y el del íntimo empanada de riñones, y nos lo comimos en el coche mismo. Yo perdí la mitad de uno de mis huevos fritos bajo mi asiento, pero peor fue lo del íntimo, que dejó toda la salsa en el suyo. Un cuarto de hora sólo en nuestras manos y el coche ya parecía toda una Louisie.
¡Pero ya estábamos camino al Ulster!. Mi plan, ese alternativo diseñado con kilómetros sobre un mapa, con alojamientos reservados por internet, preveía llegar a las doce a Belfast, hacer una paradilla breve para ojearla y continuar al norte por una pintoresca ruta que incluía mis míticos Giant's Causeway y Bushmills, la cuna del "Water of Life" de Ireland (osea, el güisqui) antes de llegar al destino del día: Ballintoy. Ballintoy es un pueblín con cuatro habitantes al que yo le había encontrado el suficiente encanto de ser el único que aparecía en la web con alojamiento cerca de estos lugares. Bueno, pues ese plan era la ficción.
La realidad fue esta: a menos de una hora de salir de Dublín ya estábamos paseando a pie por un mercadillo que había a un lado de la carretera en medio de la nada, donde nos deleitamos con un té y un café comprados en una camioneta (sí señor, como en la peli), hicimos un pis en un baño portátil (hemos ido como los perros, marcando cada sitio en el que parábamos) y compramos unos CDs piratas. Los mercadillos irlandeses son geniales: llegan con una furgo, sacan todas las porquerías que tienen en casa, y siempre hay alguien que las compra. Son como ebay pero en vivo.
Menos de otra hora más de coche y volvíamos a parar a otro lado del camino rodeado de pintorescas y preciosas campiñas y casitas desperdigadas, esta vez para que el íntimo echara una cabezadilla, proque yo no necesito dormir apenas, pero él compensa con creces mi carencia. Yo aproveché para dar un paseíllo por los verdes prados, acompañada de un simpático burrillo que parecía Platero y que en cuanto me vió me identificó como una de los suyos. En el mismo punto donde le encontré a la ida, se quedó a la vuelta y cuatro pasos más allá me esperaba el otro de mi especie, algo más despejado, así que continuamos camino, esta vez sin paradas hasta Belfast.
A mi Belfast me pareció igual que cualquier otra ciudad grande y además estaba en rebajas (y yo con mi extra estreñida, que ni miraba casi los escaparates). Es decir: si hay un edificio chulo, tiene un Zara dentro (pero claro, una hora y poco no da para profundizar mucho...). Un paseíllo, una pinta, un pis y carretera y manta. Y ya todo seguidito sin más parada que una muy funcional para echar gasolina en plena noche cerrada, todavía a kilómetros del pueblín (de la pintoresca ruta que incluía los Giant's y Bushmills nos había mos olvidado hacía muchísimo tiempo). Aprovechamos también para aceptar la evidencia de que mi planning de las vacaciones no sólo no era nada realista sino que era ciencia ficción pura que ríete tú de Star Trek, y por lo tanto para llamar al alojamiento que yo tenía previsto para el día siguiente y cancelarlo directamente. Un día escaso y ya empezaba a percatarme de que a veces no está mal hacer caso de la experiencia de un modesto viajero empedernido que me había sugerido solo dos cosas: no reservar más que en fechas críticas y no pretender conocerlo todo en dos días. Vamos, que cada uno sabe de lo suyo y se ve que lo mío había sido lo del neceser.
P.D.: Tim Robins ¡TE QUIERO! (con permiso de Susan, a la que también adoro).

1 comentario:

Anónimo dijo...

holaaa..... os comento.. soy una chica que quiero informarme de como va el tema de las fotos y demás...si pueden ponerse en contacto conmigo mi email es:: gomi___@hotmail.com