jueves, 1 de marzo de 2007

YO DE LUCES VOY SOBRADA

En mi último post os contaba que yo soy polizofrénica y madre. Bueno pues también soy adicta-compulsiva. Esto es, yo tengo una pasión y la desarrollo pero a lo bestia. Por poner unos ejemplos: me encantan las zapatillas de basket, las artistas antes llamadas John Smith y ahora conocidas como Converses. Bueno pues (mamá, esto no lo leas) tengo nueve pares de todos los colores y tejidos. También me encanta Spiderman y tengo dos en el trabajo, uno en la Luisi y siete en mi casa. Veis lo que os quiero decir.
Pues otra cosa que también me pirra (qué bonitos términos los de antaño), son las luces. Me encantan las luces y sus mecanismos, sus temperaturas en grados Kelvin, sus tonillos del verde al naranja que el ojo humano no detecta, pero que los míos cuajaditos de dioptrías distinguen hasta parpadeando. Es así. Trabajo en un gremio relacionado con el asunto, y por poner un ejemplo, en mi casa de dos habitaciones, salón, cocina-comedor todo junto y baño minúsculo infinitamente más pequeño que mi armario, (total casa: cinco estancias) tengo veintitrés interruptores que activan de forma independiente otros tantos conjuntos de lámparas. Tres de ellos son reguladores. Imposible contar el número de lámparas y de bombillas, y debo decir que ninguna es de bajo consumo (lo siento Al Gore, no sientas remordimientos por no dedicarme tus Oscars) y entono el mea culpa, pero es que las de bajo consumo dan una luz muy flojilla para mis expectativas. Nunca he encendido todas a la vez, eso es cierto, me imagino que si lo hicera saldría de mi casa un chorro de luz de tropecientos mil watios derechita al universo que dejaría lelo al mismísimo Meteosat.
Bueno, pues hoy os voy a contar en versión Luisi, que para ser conductora nóvel, hay que ver los siglos que hace que no le dedico ni un triste post.
Cuando yo me compré la Luisi me dediqué a invertir tiempo y dinero en lo que más le urgía: cositas de limpieza. Después la di mi toque personal: que si un espiderman por aquí, que si una boa de plumas rosas por allá... por aquello de sentirme cómoda dentro. Después, como les pasa a los niños, se me ha ido poniendo malita, y con cada catarrillo que me cogía yo le aplicaba una medicina: que si una batería nueva, que si un filtro del aceite, el aceite en sí, un filtro del aire (el aire en sí no, que afortunadamente todavía es gratis), el cambio del barro del radiador (ya no era ni agua), los discos y las pastillas de freno, cuatro neumáticos con sus yantas (porque es lo que tiene el tunning, una chulería que pa' qué, y resulta que las ruedas de camión que me traía mi modesto polillo no están homolgadas, y claro no me pasaba la ITV...). Un pastón, que hay que ver cómo se suben al guindo las farmacéuticas. Pero después de todo lo hecho, que era lo urgente, y tras la aprobación de mi padre (¡santo varón!) que me dijo el sábado que hasta el motor empieza a sonar diferente, he decidido que ya era el momento de dedicarme a mis otras pasiones: como por ejemplo las luces.
Porque quien lo iba a decir, pero mi Luisi de luces va muy cortita. De hecho con las cortas propiamente dicho, no ilumino ni la pared del parking del Carrefour cuando estoy pegada, pero bueno, eso es porque apuntán con estrabismo y hacia abajo. En el habitáculo de pasajeros tenía una linterna (de leds, eso sí) porque la luz de encima del retrovisor no es que estuviera muerta, no, es que hasta la funda de plástico protectora con difusor estaba negra del reventón que debió dar la lamparita en su momento. Ahora, que en el portaequipajes llevo una serie de azules que ratean al ritmo de la música, y que son una pasada. Lástima que el loro no funcione, pero bueno. Para la siguiente carta a los reyes.
Total, que hace un mes me iba a ir al campo sección montaña y coincidió justo con la semana esa que en toda 'Paññññña nevó a lo bestia, así que previsora que es una, me fui a comprar las cadenas para mi Luisi. A mi en las tiendas me pasa como con las patatas Matutano, que una solo no da pá ná. Aprovechando que el comercio era del ramo, me puse a pensar que otras fruslerías necesitaba mi coche. Y me acordé: ¡las luces de repuesto!. Coincide encima que no con motivo de mi cumple sino de un san-quiero, el íntimo me regaló una lámpara de defensa ajena. Me explico. Esta bombillita en cuestión se debe poner en el piloto de la marcha atrás. Cuando una acciona la palanca de cambios y la mueve a la posición mencionada, se enciende (hombre qué menos, diréis), pues sí, pero además y aquí esta lo bueno, emite una señal acústica de ciento quince decibelios (también conocida como pitido) que alerta a los chavales de los institutos que me circundan, casi siempre distraidos en sus propios y elevados pensamientos, de que la Irma está al volante de la Luisi, y además conduciendo con el cogote. Esto era necesario.
El mismo día en que el íntimo me la dió pero a altura mañana por la mañana, me agarré mi multiherramienta Leatherman (la de los veinte años de garantía, imprescindible para el profesional del metal y el mercenario en Irak) que me encanta y la uso poco, y me fui para mi coche. Abrí el portaequipajes, quité el carrito de la limpieza y desmonté el faro izquierdo todo entero con sus veinticinco pilotitos (ya sabeis que es tunneado). Y entonces me di cuenta de que no tenía ni idea de cual de ellos era la luz de marcha atrás. No hay problemas. Me monté en la Luisi, encendí el contacto, pisé el embrague, metí la marcha e hice el ademán de bajar del coche para ver la luz, pero claro, en cuanto moví el pie del pedal (que es lo que tengo, que el pie lo llevo pegado) aquello se caló y todo pa'bajo. Era evidente, pero no lo pensé, que yo siempre voy un pensamiento por delante y ya estaba yo por la organización de la cena de mi niña.
Eché un ojo a ver si pasaba alguien por la calle que me pudiera decir qué luz se encendía, pero nada, por allí no pasaba ni el atracador del chándal (inciso: según mis últimas informaciones ya le han detenido, y por cierto al final ya huía en coche y no corriendo. Lógico, debía estar matao, porque nos ha dejado a todas las madres de los blases peladitas). Así que remonté el faro, coloque el carrito en su sitio, cerré la Luisi y me fuí a currar.
Pero este finde, mi padre me confirmó que la luz de la marcha atrás de mi coche se encuentra en el faro derecho (no di ni una) en la parte más inferior. Y después el íntimo, que para la técnica es un rápido, la cambió en un abrir y cerrar de ojos mientra yo aun rebuscaba en mi bolso mi multiherramienta Leatherman (la de los veinte años, etc, etc). Así que una cosita hecha. Y da gloria bendita oirlo, que al principio la tentación era de ir siempre de culo a todas partes (mira, como en la vida misma). Pero aun me quedaba el temilla de la luz interior, que la tenía apagadilla (la del coche, la mía propia anda como mi piso, a tutiplén de watios). Y el domingo, después de comer fuera de casa (que hay días que cualquier cosa es mejor que cocinar y fregar después la cocina), comentando la carencia de luz, el íntimo aportó una serie de consideraciones: A) ¿la luz no se enciende solo cuando pulsas el interruptor o tampoco cuando abres la puerta? (Yo ni idea, abrí la puerta. No se encendía tampoco). B) ¿Está fundida o es un problema eléctrico? (Yo ni idea, desmonté el farillo. Fundida no. Negra como un tizón y rebentá). C) ¿El juego de repuesto que compraste el otro día incluye esta bombilla? (Yo ni idea, saqué el juego de la guantera. Et voilà, allí estaba la picarona).
Total que ya tengo todas mis luces puestas.
Bueno, pues no os imagináis lo que me ha complicado esto la vida. Esta mañana dejo a mi niña en su piji-cole, enfilo camino pa'l curro, y milagro milagrito, todos los semáforos en verde y ni un solo coche en mi carril. En dos minutos estaba en mi barrio, frotándome las manos mentales imaginando el tiempo que me iba a quedar para dedicarme a mis asuntillos propios de ordenador antes de empezar el curro. Para más gloria aparqué justo en frente de la mismísima puerta de mi casa (y eso sí que es un evento extraordinario), altura puerta de entrada del gimnasio de Troy y con un espectador oriental (yo diría chino) observando mis evoluciones con el volante. Me bajo estupenda (la primavera y el buen tiempo me ponen como una moto), abro el portaequipajes y compruebo que una bolsa de la compra despistada que no apareció ayer en la encimera de mi cocina está en el coche y no olvidada en la caja del Carrefour, suspiro tranquila y cierro el portaequipajes primero con la llave y luego el coche con el mando (si no se hace así salta la alarma muda de la Luisi). Doy toda la vuelta a la mazana para ir a mi trabajo (porque mi casa está enfrente, pero no existe un acceso en línea recta) y cuando ya estoy en la puerta miro a mi Luisi y la veo parpadeando calladita, pero con todas las luces ahora sí ahora no. Cierro la puerta de la ofi, vuelvo rodeando toda la manzana. Abro el coche con el mando (si no, no puedo desactivar la alarma muda), desactivo la alarma muda, abro y cierro el portaequipajes con la llave (pensando que por eso parpadeaba, porque antes no había hecho bien todo el proceso), cierro con el mando el resto del coche y vuelvo otra vez manzana pa'rriba camino de nuevo a la oficina. Llego a la puerta. Miro la Luisi, y ahí está la muy cabrona parpadeando otra vez. Me cago en todo lo que recuerdo, vuelvo a bajar la calle, vuelvo abrir el coche con el mando, a desactivar la alarma, a comprobar el portaequipajes, a cerrarlo todo. Me quedo un rato mirando, y aquello apagado. Manzana de vuelta y otra vez a la oficina. Miro desde allí y la tía otra vez con las luces a guiños. Casi me da algo: manzana pa'bajo (que parecía la madrastra de Blancanieves), miro al chino con cara de como seas tú te capo (por si acaso, oye), y en estas sale Troy del gimnasio.
En vez de un cortés buenos días, a mi lo que me ha salió del alma, fue un "es que este coche me tiene harta", y el me pregunta "¿A pero es tuyo?" y le digo humildemente, "Si, es mío y una mierda" (lo siento Luisi, estaba mosqueada). Me dice él, "Joder, pues ayer te dejaste la luz de dentro dada y todos los intermintentes puestos. Pensé que era de uno del gimnasio y entré a preguntar, pero claro no salió nadie. Como para haberte quedado sin batería tía" intimamente pensé que era normal que creyera que era de uno de sus pupilos, porque mi coche y ellos comparten look... pero justo entonces se me encendió mi propia lucecilla y se me ocurrió comprobar la de dentro: efectivamente, estaba dada. Y ahora a mi se me ocurre que vale que en lo de pensar a veces yo coloco el piloto automático, pero el hermano del Melendi2, tampoco anda muy sobrado porque vamos a ver: poner una alarma que enciende todas las luces con retardo cuando se te olvida la de dentro dada, para que así no se gaste la batería, ¿no es un poco contradictorio y arriesgado?, es como si se te declarara un incendio y buscaras un líquido para apagarlo: hasta ahí es lógico. Y que eligieras gasolina para apagarlo porque es líquida: ya no es lógico. Pues eso.
Y esto me pasó porque ayer tarde le enseñé a la Cruela que fíjate que pasada, ya se enciende la luz de dentro. Pero entre que mis pensamientos van con el desfase de unos quince por delante, ayudado por lo que os decía antes de mi piloto automático, y que las dos enseguida nos enrollamos a hablar como persianas, pues ni me di cuenta de apagarla.
Total, que como os decía antes, esta semana en mi vida, yo de luces voy sobrada.

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