Queridos bloggeros, voy a explicaros por qué no escribo mis memés, y especialmente no escribo mis antimemés haciéndoos partícipes de mis múltiples defectillos. La razón es porque lo he intentado, he intentado encontrarme tres defectos, un mayor pecado, algo de lo que me arrepienta, momentos vergonzosos, pecados capitales, envidias, he hecho revisión física de lo que más y menos me gusta de mi body y hasta de qué me operaría cual Obregón, he intentado entregar un anti-oscar, detestar a un personaje histórico, recordar la última vez que lloré por amor y mis pequeñas frustraciones. Y nada. Cero patatero como Zapatero. Esto parece pretencioso, pero en mi caso tiene una explicación muy normalita: me he convertido en una persona Zen. Pero no Zen como Richard Gere ni otros proxelitistas de este tipo, lo mío es de verdad de la buena, lo tengo interiorizado del todo y es que ya no me descoloco por casi nada. ¡Gracias vida mía, que me has ido ofreciendo en cada momento una presioncilla más para ponerme a prueba, para templar mis nervios y ejercitar mi autocontrol! y es que ya no se me mueve el tupé ni aunque me sople el huracán niño a medio metro de mi cara, que de verdad que yo imperturbable y más feliz que una lombriz.
Entro en detalles: en los dos últimos años he cambiado de estado civil de casada a terreno de nadie. De casa con dos baños, garaje, ascensor, trastero y ciento y pico metros a mi modesto cuarto sin ascensor con la mitad de metros, sin trastero, ni ascensor, ni garaje, ni nada de nada de nada. Para hacer habitable este mi hogar dulce hogar, tuve que pasar por el calvario de cuatro meses cuatro de obras y reformas, y no sólo no me han indemnizado por el daño moral (indescriptible) sino que tuve que pagar la millonada que costó de mi bolsillo. Según me compré mi modesto pisillo con vista a la plazoleta y la oficina, me calló una derrama por reforma de nuestra anodina fachada (porque a juzgar por el gasto, yo creía que se trataba de la de la Universidad de Salamanca), que parece que me estaban esperando. A este efecto, esta nuestra comunidad contrató a unos operarios especializados que no solo utilizaban andamios para ponerse a la altura de nuestras ventanas (prometo contaros un día con detalle cierto capítulo de esta reparación y mi intimidad, que es glorioso). No, especializados ellos también se descolgaban del tejado afianzados con cuerdas y bragueros. Estos trabajos verticales altamente cualificados ocasionaron un corrimiento de tejas que nos llevó a una nueva derrama para pagar los gastos de las humedades causadas en los últimos pisos y el retejado de nuevo. El retejado nos ha dejado los altos hechos un primor, pero el patio de vecinos cochinísimo y algún desprendimiento de cornisa, que nos ha llevado a una nueva derrama para pagar el arreglo del patio… en eso estamos. Ahora cuando me levanto ya no miro al cielo intentando intuir qué va a hacer ese día, no, ahora me asomo mirando a mi bloque intentando intuir que es lo siguiente que me va a tocar pagar (¿un nuevo pararrayos? ¿un nuevo tramo de escaleras? ¿tal vez el ascensor, el garage y el trastero?). Pero por lo menos la hipoteca era llevadera. Mientras yo estaba en este proceso, mi ex estaba en crisis vital pseudo muy deprimido y esto le hizo concentrar su atención principalmente en ponerse bueno en lugar de perderlo en otras fruslerías como por ejemplo ocuparse de su retoño para lo que no se sentía del todo sano (en eso andamos todavía), pero tampoco pasaba nada porque para eso estaba yo, para hacer cobertura afectiva y lo que hiciera falta con mi retoño y que de ninguna manera eso influyera ni un pelín en su animo marcianillo y feliz. Lo de que mi niña es marcianilla os lo he contado varias veces porque es oficial, lo sé yo y lo saben en mi casa, que no se casan de repetir que es clavada a mi cuando era pequeña. Lo que ocurre es que cuando yo era pequeña, ser marciana no era un diagnóstico, pero con la transición, la modernidad y la incorporación a Europa, hemos avanzado un mundo y ahora esto ya se diagnostica. Así que a la vez que entrenaba para ser zen, me pasaba el tiempo corriendo de las obras al cole, del cole a equipo de atención temprana, del equipo de atención temprana al curro, y al cole y a las obras y al equipo de atención temprana… después de todo la cosa se ha quedado en que ella es una niña feliz, para nada corriente y que necesita que yo estimule constantemente su atención y concentración para que no viaje tanto por su riquísima imaginación y en una de estas consiga bajar un poquito más seguido al mundo y sentir el aprecio suficientre por las prosaicas letras, matemáticas, colorines y relaciones lógicas. ¡Total nada!. Afortunadamente me reúno cada mes con el psicólogo o la tutora o la logopeda o con todos ellos a la vez, y me asesoran (sospecho, que no, que es que me tienen en estudio a mi también). No hay día que no me pite quince veces la agenda del móvil. A todo esto a mi empezaron a entrarme algunas taquicardias y aceleres, sudores fríos, y ciertos desvanecimientos que se me pasaban rápido en cuanto me comía un jabalí como Oblelix, pero mira qué pedorra soy encima, que en vez de engordar iba y adelgazaba, así que hala, a mi médica, más maja ella, que me ha diagnosticado de todo empezando por estrés, algo que no entiendo. A cambio he conseguido conocer casi íntimamente (ellos a mi seguro) a todos los especialistas de mi centro de salud. Finalmente y después de ocho meses ya hemos empezado a encontrar la causa de todo eso, una fruslería derivada de cierto descontrol hormonal (chicas, no sé si no estoy hasta premenopáusica) que hace que me salgan unos bultines uterinos de nada y que llore con absolutamente todas las películas incluyendo “La Telaraña de Carlota” y “Spiderman III” (veis a lo que me refiero con absolutamente todas). Lo de los bultines es una cosa común y funcional que nos ocurre a nueve de cada diez mujeres y que no tendría mayor consecuencia si no fuera porque me lleva cada quince días al ginecólogo a que me haga unas exploraciones que me dejan más que tocada toda resobada y sin derecho a roce por prescripción médica durante unos días (¡o sea ni la alegría del solace sentisexual!, que fuera de coñas, el otro día me salté la prescripción y se me calló un bultito, tal cual os lo cuento). A parte de todo esto, me acaba de explicar mi bancario de cabecera que es el que me deja todos los meses la cuenta bailando, que con la nueva subida bestial del euribor más A + B …. (y así hasta Z) y tendiendo a infinito por mediación de epsilon, a partir de octubre tendré que pagar el doble de hipoteca. Y ayer me llegó la notificación de una multa, que no pienso recoger hasta el lunes, porque a todo esto, la semana pasada me llegó otra notificación pero esta vez de la Junta Electoral que me informa de que me toca ser por tercera vez presidenta de mesa electoral en unas elecciones. A mi me entró la risa floja, y como tengo confianza con la cartera la supliqué que pusiera en el papelito que yo estaba ausente e incluso difunta, pero que ni de coña me diera esa carta. Por eso y por si acaso no pienso pasar por una oficina de correos hasta que no hayan pasado las elecciones. Creo que en mi caso he más que cumplido con mis responsabilidades ciudadanas. Y además coincide que este martes tuve un pelín de malestar por corte de digestión o algo por el estilo, y estaba yo en el momento íntimo de vomitar hasta las tripas aprovechando que mi niña dormía cuando sonó mi teléfono móvil. Mi teléfono móvil tiene como musiquita la canción de “It’s rainning men” pero en plan discotequero total y a todo volumen, que si no la mitad de las veces no lo oiría perdido en el maremagno de mi bolso. Pero aquí el cabroncete del móvil se encontraba sobre mi mesilla y en medio de la noche silenciosa. Me arrastré malamentre pero a toda leche mientras aun sorbía baba a descolgar el aparato infernal antes de que despertara a mi niña y ¿a quien me encontré al otro lado de la onda? al Intimo que está cubriendo a los socialistas con la campaña electoral (que tiempos cuando lo que cubrias eran misses ¿eh?). Yo dije un “hola” que gracias a las especiales circunstancias, apenas me salió del cuerpo, pero es que estaba muy concentrada en recolocarme aun internamente mis higadillos para que no se cayeran al suelo. Pero él que es perspicaz y listo me encontró la voz afectada. Con amplio sentido del humor me preguntó: “qué te ocurre”, y yo “nada” (no iba a entrar en cochinos detalles), y él, “sí venga qué es: tu ex, el curro, la casa, los bultos… (y seguía con un larguíííííísimo etcétera)” oye que me sentí fatal oyendo el resumen de mis circunstancias, como si lo único que yo coleccionara en vez de zapatillas de basket fueran despropósitos. Casi, casi logra deprimirme. Pero no. En fin, bloggers, que yo sé que lo mío no es extraordinario, casos dramáticos los hay de verdad y de la buena (y si no que se lo digan a nuestra excepcional amiga La Calcuta) y lo mío solo es un cúmulo de sucesos pintorescos coincidiendo en el espacio tiempo que me hacen ser cada día mejor y más equilibrada persona, pero os juro que con este entrenamiento de mis últimos tiempos, a mi ya solo me entra la risa. Por eso os digo que yo no tengo defectos, lo míos son virtudes a raudales, por que es que si no me relajara, yo solo tendría un bemol: sería Serial Killer.
P.D.1: Besitos a todos foreros comunes que me dejáis comentarios. Estrella, Dina, Elly, Pandora, Divina y compañía. Ya sabéis que ando liada (más que un coturno... etc, etc) pero os leo con mucho gustillo y os mando un sonrisilla de corazón.
P.D.2 (Añadido en momento posterior a la publicación de este post): Amigos y familiares que me leéis: no os preocupéis por mí, estoy tan divinamente como siempre y esto contado todo junto es de pena, pero afortunadamente viene a suceder en días distintos y no todo seguidito pidiendo hora. Besitos....
jueves, 24 de mayo de 2007
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