miércoles, 22 de agosto de 2007

LA ESTEBAN Y SUS ESPECIES

Yo de mayor quería ser escritora, pero no de las de Internet, no, yo de las de Premio Planeta para arriba. Lo que pasa es que la vida es muy caprichosa y la mía además se empeña en plantarme ante todo tipo de retos que me distraen de la obra cumbre. Así mientras yo tenía previsto hablaros hoy del sentido etéreo de la vida y la transcendencia del ser sobre el estar (o cualquier otra fruslería por el estilo, vaya), me veo obligada a dedicar este post, a mi querida amiga y convecina, la inigualable, la sin par Esteban, o mejor dicho, a hablaros de:

LA ZORRA DE LA ESTEBAN

Y no, no es que yo quiera insultarla ni dar aquí pábulo a sus aficiones horizontales. Para nada, que ella tiene vida formal y casta de mujer casada y madre de jornada completa. Ella es leona y gladiadora del hogar, y eso la deja muy poco tiempo para ejercer otros nobles artes. Os explico.

El verano se va acabando y con ello las vacaciones de mis convecinos y sin embargo amigos de esta la República Independiente del Barrio en el que vivo. Así el lunes la plazoleta ya contaba con la presencia del Blas más Blas, que ha regresado de un Rave en Almería que le ha durado mes y medio. Y ayer mismo, altura media mañana sonó mi teléfono oficinero y me encontré ni más ni menos que con la voz de la mitica Esteban inquiriendo al otro lado:

(La Esteban): - “Oye Irma, que si tú que dominas Internet conoces alguna página web donde me puedan decir como domesticar una zorra”

(Yo): - “¿Pero qué ha hecho ahora el Melendi2?. No sé nena, si estás pensando empezar a currar a estas altura de tu vida, yo creo que podrías empezar pensando primero en otras opciones. Además, yo creo que más que domesticar, como mucho consigues que te hagan precio…

(La Esteban): - “Que no imbécil, que es que mi suegro y yo hemos adoptado una zorrita pequeña y gris más mona, pero se pasa todo el día gruñendo y atacando… que, mira, el Melendi no vuelve hasta las siete, bajo a las tres y te lo cuento”.

A las tres suena el teléfono oficinero mostrando el número de móvil de La Esteban.

(La Esteban): - “Que si jarrita o bote, que ya estoy en el bar”
(Yo): - “Clarita, que me estoy recuperando del finde”

Y bajé al bar a abrir mi consultorio de barra altura taburete frente a bandeja de patatas bravas.

La cuestión es la que sigue: el padre del Melendi2 (también conocido como el suegro de La Esteban o El Indio) tiene una profesión muy liberal y una mente absolutamente hippy. A sus tentaytantos años donde le veis, en llegando la fiesta patronal y el evento cultural, se recoge su melena cana en una larga coleta, se enfunda en sus mallas ajustadas y sus capas siglo décimo y se larga al mercadillo medieval a vender su arte en forma de bisutería y achiperris varios. De mercadillo en mercadillo y de feria en feria como el titiritero, el padre el Melendi2 y suegro de La Esteban va coincidiendo con todos sus colegas, con los que a fuerza de compartir época va trabando confianzas y amistades. Así este año está plantando su puesto al lado del de un artesano peletero que vende accesorios realizados con colas y pieles de zorros.

La Esteban que tiene un perro y dos niñas, una de ella de corta edad, y mucho tiempo pero ninguna gana de quedarse dentro de casa, se apunta a cualquier bombardeo. En cuanto el Melendi2 libra y surge feria, ella sugiere:

(La Esteban): -“Nene, que estoy pensando que podíamos ir con las niñas a ver a tus padres, que hace días que no disfrutan de sus nietas.”

Y claro, el Melendi2 no puede decir que no. Allí en ese mercadillo La Esteban se siente una reina, porque ella tiene todo un talento para la venta en puesto. Y para la compra. Y una caridad humana para con los bichos que no la cabe en el cuerpo.

El Melendi2 como ha podido ha puesto cierto orden en el zoo que es la casa donde viven y ahora cuentan con vacantes para cubrir plazas de animal doméstico o exótico, pero cuando llegó a ella, a parte de a La Esteban y a su hija mayor, vino a encontrar: un Pastor Alemán, un Schnauzer mediano, un azul ruso (gato) y un gato callejero. Una iguana, varios peces y mil canarios. Con la inestimable ayuda del Topi, canguro de mi hija y bonachón oso de tres cuerpos de armario de alto por cinco de ancho, los gatos encontraron mejor alojamiento en mejor vida. Por mediación del Melendi2 que es pequeñito de aspecto pero un pedazo fiera por fuera con un carácter que válgame dios, el Pastor Alemán huyo a otro hogar o gasolinera, para no volver jamás, aunque como el Melendi2 además de muy fiero por fuera también es muy cachito de pan por dentro, no pudo con la pena de ver a su churri deshecha y compungida y le compró otro Pastor Alemán mejor, aunque como dice La Esteban:

(La Esteban): - “Si, si, mejor, pero monórquido” (que para quien no lo sepa significa que no tiene dos testículos, sino que solo le ha bajado un huevo al animalito).

El Schnauzer mediano, que era precioso pero insoportable pilló una enfermedad incompatible con la infancia y fue desterrado a la finca de los suegros de la Esteban, padres del Melendi2, donde el padre tiene su terrenillo para sus expansiones y mucho hueco desde que se deshicieran de la Luisi que dormía allí hasta que yo la adopté.

De la Iguana se encargó toda la familia a coro: todos juntos la mataron y ella sola se murió. No sabemos si de vieja o de estrés cuando nació Lulú, el bicho pasó a mejor vida. Los peces van sobreviviendo con bajas que inmediatamente se reemplazan. Los pájaros no, los pájaros se mantienen cantarines y ponedores, y además La Esteban los mima con primor, que hasta se les ha llevado de vacaciones a la playa de Bolonia en Cádiz dentro de la furgona familiar.

Pero claro, en los cuatro años o por ahí que lleva el Melendi2 habitando ese zoo el número de fieras se ha reducido de cinco y muchos pequeños accesorios, al perro y él, y eso para La Esteban es una carencia de las gordas, rayando la tragedia.

Así que pegando hebra con el vecino de puesto en la Feria Medieval, La Esteban se enteró de que cuando no vende pieles, las cría y ahí fue cuando ella vió la luz y se le salió para fuera la Noé que lleva dentro. Agarró al suegro por banda y comenzó la conspiración:

(La Esteban): - “Indio, necesito tu apoyo porque al Melendi2 le puede dar algo y a tu mujer ni te cuento, pero que estoy pensando que nos podríamos llevar a casa un zorrito salvándole de una muerte segura y un futuro de bolso de pelo vuelto, con la ilusión que le haría a Lulú. Primero te quedas tú con él en la finca mientras yo voy ablandando al Melendi2, y cuando tenga el terreno preparado tú dices que es incompatible con la casa y con mi suegra, y yo te juro que me lo traigo a casa. Las niñas ya estarán encariñadas, el animalito dócil y el Melendi2 ya sabes que grita mucho, pero nos queremos tanto que no sabrá decirme que no”.

El suegro de La Esteban que es igual de hortera y exótico que ella, lo visualizó: su casita, su terrenín, su corralillo… y por todo allí correteando, un zorrito rojo de la tierra. Lo vió e ipso facto comenzó la negociación con su colega. El viaje de vuelta lo hicieron todos callados en medio de un ambiente que se podía cortar con una motosierra, y con una jaula enorme de gallinas que guardaba dentro una bola de pelo gris (que resultó ser hembra) y que gruñía como si fuera el perro Grim de Harry Potter.

Ahora no se atreven a sacarlo de la jaula. La Esteban hizo un intento y le mordió la mano, la suegra ha puesto el grito en el cielo, diciendo que ha aguantado de todo, que hasta ahora no se ha divorciado, porque mira, más cornás da el hambre, pero que como se les ocurra meter una zorra en casa, vamos que si se va. Y el Melendi2 ya ha dicho que churri, a mi ni me mires que yo contigo ya tengo bastante.

Y en esas estamos, intentando domesticar al animalito vía virtual, para que tenga alguna gracia reconocida y vaya ganando su huequito en el hogar donde cohabita el Melendi2.

Ahora, que no se me ocurre mejor manera de terminar este post que con las propias palabras de La Esteban:

(La Esteban): - “Tía quien me lo iba a decir, pero es que de repente me han entrado unas ganas de ir al pueblo de mis suegros…si al final lo que no ha conseguido mi suegra, lo va a conseguir la zorra de mi suegra”.

Y dicho esto nos despedimos, yo camino de mi siesta y de mi casa y ella del Carrefour para comprar el collar, la correa y todo el kit necesario en rosa para hacer de su animalito una Barbie zorrita.

Pues eso.

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