jueves, 19 de octubre de 2006

CUANTO DAÑO HACEN LOS POSTIZOS: LA LUISI

Sí señores míos, vuelvo a ser conductora con herramienta, y esta vez es mía propia, y yo, cual Scarlet O’Hara, a Dios pongo por testigo de que jamás volveré a ser peatona.

Ayer por fin compré y me dieron mi primer coche mío de verdad y no prestado. Cuando me lo pedí hace cuatro meses, (porque no lo pagué hasta ayer), ni se me ocurrió probarlo, fue verlo y quedarme enamoradita de él. Como explicaros, un coche que tiene todos los extras posibles que os podáis imaginar, blanquito total como si fuera ibicenco. Un coche con once años y el look de ayer mismo. Y con matrícula de Madrid, algo que me hace muchísima ilusión porque yo soy de fuera pero llevo ya tantos años aquí, que me apetece mimetizarme con el ambiente, y además quiero salir a cualquier lado y que me tengan miedo y eso sí que lo hace una matrícula con una M (y si además tiene una L como la mía, ni te cuento).

Yo he comprado muchísimo, especialmente ropa y complementos, pero coches, pues jamás de los jamases, así que enfrenté esta compra de una manera absolutamente técnica, y lo más profesional posible, para que se me notara entendida y no intentaran colocarme un cochecito de feria. Es decir, batiendo palmas y diciendo, “mola, mola, mola, ¿y que tiene?” y lo tenía todo (y más que voy apreciando) pero que yo supiera cuando dije, “vale, me lo quedo“: elevalunas eléctrico, cierre centralizado, alarma, asientos forrados en eskay negro, (con los logos de volkswagen, eso sí), radio con frontal extraíble, cristales tintados y un volante deportivo de marca Luisi (¿la conociáis?) que me dejó anonadada.

Lo que pasa siempre después de dar un paso irremediable: empecé a ver más extras con bastante menos gusto (eso pasa cuando das un paso irremediable y cuando tienes a tu lado a una amiga como mi amiga Cruela que es experta en esto): seguros del coche y lavalunas (este nombre técnico lo conozco de mi autoescuela, pero como para mí fue una sorpresa, os explico que son los dos pivotitos que tienes delante sobre la chapa por donde sale agua para lavar el parabrisas) pues en este coche eran como todos pero muy historiados y en cromado, y el tintado de los cristales es de un color azul eléctrico que asusta. Oh! Dios! Mi amiga Cruela me abrió los ojos: “has comprado un coche tuneado y encima por un hortera“, mi amigo (el íntimo) solo dijo: “qué macarra es“.

Y lo peor es que tienen razón. Pero a mi, al fin y al cabo, eso me hacía hasta gracia, porque a mi me encanta lo pintoresco. Empecé a ver encanto en lo hortera y lo macarra, y claro, mi Luisi (ese volante tiene un nombre irresistible) se lleva un premio. Pero no entendí necesario conducirlo: ciento veinte mil kilómetros en once años está genial, me costaba ochocientos euros, que es lo mismo que le daban con el plan renove al propietario, que para más INRI es un amigo, el más que íntimo de mi amiga Esteban (en realidad no es su nombre, pero Cruela y yo la llamamos Belén Esteban porque tienen el mismo desparpajo y la misma apabullante clase, es igual de madre coraje y tampoco se pierde un sarao si puede evitarlo, ahora quiere que vayamos un día a cenar a un japonés, pero como que no la vemos).

El caso es que como yo tenía el carné recien sacado de esa misma mañana, pues me daba mucha cosilla conducirlo, que no me atrevía, que me parecía a mi que lo iba a romper. ¡Y menos mal que no lo cogí en ese momento! Si lo hubiera hecho me hubiera estampado nada más poner la llave en el contacto. Hoy casi me pasa, y ya llevo un mes conduciendo, ¡si soy una experta!. Mi amigo (el otro, el que es más que íntimo de la Esteban) se ofreció a dejarle como salió del concesionario, por ejemplo cambiándole el volante, pero yo dije “¡no, mi volante Luisi ni se toca!” y así se quedó la cosa.

El asunto es que mi coche (qué gusto me da escribirlo), decía que MI COCHE está tuneado de auténticas chorradas visibles, pero ¡ay dios, lo que no se ve!. Os cuento la experiencia: Me dirijo al coche, pulso el botoncito grande del llavero y se suben los seguros después de hacer “chas-chas” (música para mis oídos). Meto la llave en el contacto, y cuando voy a pisar los pedales veo que los tres están pegaditos, pegaditos, quito el freno de mano, y sin mirar echo mano de la palanca de cambios que no encuentro por ninguna parte: resulta que según me contó luego el más que amigo de la Esteban, mi Luisi tiene un modelo de palanca deportivo. O lo que es lo mismo está serrada, y es muchísimo más corta que lo normal, así que mientras conduces vas tan inclinada que parece que estás intentando coger algo que se te ha caído a un lado del asiento. El asiento. El fantástico asiento forrado en eskay negro (con el logo de Volkswagen eso sí), no transpira. Sacad conclusiones de cómo se me van a quedar las nalgas en la terapia exfoliante.

Pese a todo, respiré hondo y giré el volante para sacarlo a la carretera: no podía con él, ¡no tiene dirección asistida! (como dijo Cruela: “y que esperabas, con los años que tiene, acuérdate de mi Fiat, bla, bla, bla”, pues no señor: “JO, TÍA, QUÉ PUTADA”). Y encima es mucho más pequeño que los demás (pregunta: por qué cuando algo es deportivo es mucho más pequeño, y que no falla: Alonso, Pedrosa... La excepción es Sete, él si parece buen mozo, pero claro, deportivo, deportivo, para las tortas de campeonato. En fin que me disperso). Como el volante marca Luisi es más pequeño, hay que girarlo más veces, y eso sin dirección asistida me va a poner los bíceps como los de Brigitte Nielsen. Pese a todo yo conseguí sacar el coche. Entonces me fijo en mi planta al volante, recogidita en un Volkswagen Polo, con las rodillas pegaditas sin que corra el aire, como la Señorita Pepis, que intentaba pisar un pedal con mis botas de agua y pisaba dos, con las manitas bien juntas como si sujetara una galleta, y medio calléndome para un lado cada vez que intentaba cambiar de marcha. Una pena, no os lo podéis imaginar. Por no hablar de que pisar dos pedales a la vez (mayormente freno y acelerador), es como para habernos matado. Después me he enterado de que los pedales también son deportivos (qué curioso, justo esto lo hacen más grande y lo ponen en un coche que es a penas una talla más grande que un micromachine).

Total que he pensado que si todo esto se ha podido poner, también se podrá quitar y he quedado para este domingo con mi amigo (el otro, el que es más que íntimo de la Esteban) para destunearle el deportivo a mi coche y dejarle de andar por casa, empezando por el increíble volante marca Luisi. La próxima vez que me compre un coche voy a empezar por pedir “por favor, dime lo que no tiene”.

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